ESCENAS COTIDIANAS DE LA BIOECONOMÍA
En Rosario, la ciudad que se resiste a que la echemos a perder, se despliega el escenario de lo mejor y lo peor de un país que se encuentra en una encrucijada.
Esta nota desarrolla la potencialidad de la bioeconomía, como puerta al futuro y gran posibilidad para el desarrollo económico argentino.
Esta nota desarrolla la potencialidad de la bioeconomía, como puerta al futuro y gran posibilidad para el desarrollo económico argentino.
RutaA012
Viniendo desde Córdoba por la autopista Córdoba-Rosario y doblando a la izquierda unos kilómetros antes de llegar a Rosario, hacia Roldán, está la planta de Rosario Bioenergy, sobre la Ruta A012.
Daniel, uno de los técnicos de la planta llega todos los días desde Carcarañá y cada uno de esos días sufre a cuenta de los gastos de taller y gomería que seguro la ruta le cobrará más tarde o más temprano.
La ruta A012 es una muestra del abandono de la infraestructura que sostiene buen parte del flujo de dólares que ingresan al país (casi un 70%) gracias al complejo agroindustrial. Se hace difícil esquivar pozo tras pozo o encontrar un tramo de banquina sin pastos crecidos o basura tirada.
La planta de Rosario Bioenergy trabaja en permanente incertidumbre. Mes a mes o semana a semana. Acorde a la normativa cambiante de un mercado regulado y siempre a favor de los combustibles fósiles hay muy poco margen para planificar, invertir y crecer. Es increíble que esto suceda frente a la necesidad de combustible que existe en el mercado interno y de los beneficios ambientales del biodiesel.
Desde lo alto de la planta de Rosario Bioenergy, mirando hacia el este, hay una postal del interior productivo: se ven novillos Angus ganando peso en un verdeo y vacas Holando produciendo leche en una pastura. Al fondo, el humo denso que sube desde las islas, un poco más al norte del puente a Victoria, empaña el paisaje e intoxica la atmosfera rosarina.
No muy lejos de ahí, en Pavón Arriba, se encuentra INALPA SA, una industria que produce 120mill de latas de legumbres y hortalizas en conserva. Para eso coordinan por contrato y acuerdos basados en reputación y confianza una red de cientos de pequeños productores a quienes asisten con insumos y asesoría técnica para originar el volumen y calidad requerido para semejante operación.
Rosario Centro
En pleno centro de Rosario, a punto de cerrar la notebook después de varias horas de trabajo, Ingrid cierra una mesa de trabajo virtual con dos startups que buscan sinergizar productos y así aumentar chances de encontrar capital de riesgo (venture capital) que las aceleren.
Ingrid lidera BCR Innova, un proyecto de la Bolsa de Comercio que, desde Rosario, busca potenciar y transformar el ecosistema innovador nacional para contribuir al crecimiento económico, social y cultural de la región y del país, promoviendo las relaciones internacionales y su posicionamiento a nivel global.
Para ese fin convocan a startups vinculadas a AgriFoodtech, Fintech y Biotech; y a empresas interesadas en conocer, co-desarrollar y/o invertir en proyectos disruptivos.
Lo hacen promoviendo la sostenibilidad con foco en la innovación y los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y, al mismo tiempo, alientan la creatividad y la mejora continua de los equipos a través del trabajo en red y desarrollo de comunidad.
La Siberia
Mercedes se baja muy temprano del 122 en Colón y Av. 27 de Febrero. De ahí camina ocho cuadras hasta "La Siberia", un campus de la UNR. Recién está amaneciendo y aún está un poco oscuro así que aprieta fuerte el celular y camina rápido para entrar lo antes posible al predio del Instituto de Agrobiotecnología de Rosario, INDEAR. Cuando pasa la garita de entrada se queda más tranquila.
INDEAR es la empresa de servicios de investigación y desarrollo del grupo Bioceres en el Centro Científico Tecnológico de Rosario.
Provee servicios de I+D de última generación que contribuye en el proceso de desarrollo de productos y tecnologías, tanto de Bioceres como de terceros, para el agro y la industria.
Cuenta con las plataformas de biotecnología más avanzadas de Latinoamérica y con una amplia experiencia y trayectoria, lo que atrae grupos de investigación de reconocida experiencia que buscan acelerar sus descubrimientos tecnológicos.
Mercedes estudia microbiología en la UNR y es asistente de laboratorio en INDEAR.
En esa plataforma nació Bioceres, en 2001, de la mano de un puñado de agricultores pioneros e innovadores que apostaron por la explosión biotecnológica que podía venirse en las siguientes décadas.
Y la explosión llegó. Si bien hubo varios fracasos, los éxitos fueron de alto impacto. Mientras avanzaba el proyecto HB4, de transgénesis sobre germoplasma de soja y trigo que eleva el piso de rendimiento por tolerancia a sequía, el grupo se expandía en alianzas con Florimond Deprez de Francia, un joint venture con Arcadia Biosciences de Davis, California y con la compra de otra plataforma biotecnológica argentina, Rizobacter.
Pero, además, en un proceso que hoy se conoce como Spin Off, Bioceres impulsó lo que hoy es la empresa Moolec Science que cotiza en el índice NASDAQ en Nueva York, desde enero pasado y que alcanza un valor de mercado cercano a los u$s 1000.
Moolec Science, liderada por uno de sus fundadores Gastón Paladini, utiliza plantas genéticamente modificadas para transformarlas en proteína animal. Hasta ahora ha creado dos productos: la quimosina, que es una proteína utilizada en la elaboración de queso, y el aceite nutricional ácido gamma-linoleico. Tiene en marcha la creación de una cartera de productos más amplia destinada a cumplir con lo que Moolec considera su misión: “Mejorar el sabor, la nutrición y el acceso a las proteínas alternativas mientras se construye un sistema alimentario mundial más sostenible y equitativo”.
Dentro del mismo ecosistema de Bioceres el Fondo InversorSF500 (SF por Santa Fe) despliega toda su potencia para intentar convocar a 500 startups de las cuales se aceleren varias decenas incluyendo a unas 8 "Bioceres" más.
Francisco Buchara, Founder & CEO de SF500 es el abanderado de la #Biorevolucion que propone el Fondo. SF500 nace para potenciar las interacciones entre el sistema científico y el sector productivo a través de nuevas vinculaciones público-privadas. El propósito es favorecer la co-creación entre científicos y emprendedores de productos y servicios innovadores y de impacto global.
Buscan impulsar las capacidades de construcción de activos de propiedad intelectual del ecosistema de ciencias de la vida argentino, comenzando desde el clúster de Santa Fe. Para lograrlo cuentan con el apoyo estratégico de Bioceres S.A.
De esta manera, SF500 reúne la alta capacidad inventiva del sistema científico -tecnológico argentino con la experiencia de uno de los equipos más experimentados a la hora de transformar ciencia en conocimiento exportable.
El regreso a casa de hoy es más relajado para Mercedes, corta la semana en el Queens de Boulevard Oroño, noche de amigas.
Barrio Echesortu
Los laboratorios de la sede de la Universidad Católica en Rosario también están en la red del ecosistema bioemprendedor y hospedan a tres startups que ya son una realidad tangible.
Miguel llega temprano desde el centro por la bicisenda de Av. Pellegrini.
Es ingeniero, especializado en bioinformática. No deja de asombrarlo la analogía entre la programación informática que aprendió en su carrera y la "programación" genética donde está aplicando sus conocimientos.
En ArgenTAGbio, donde trabaja, durante la pandemia, y empujados por los desafíos de secuenciar el virus (SRAS-CoV-2) del COVID, aceleraron vertiginosamente una técnica de secuenciación revolucionaria que permite mapear volúmenes de información genética con equipamiento y operación de muy bajo costo.
El producto, ya escalado en Estados Unidos, tiene un enorme potencial de aplicaciones y de desarrollo de mercados que alienta a esperar resultados de alto impacto, tanto científicos cómo económicos inminentes.
La excitación y ansiedad por la consolidación del proyecto se respira en ese laboratorio.
Al lado de ArgenTAGbio están los labs de Michroma. En Michroma aún no llegaron al mercado, pero se encuentran en plena prueba de producción en escala comercial.
Los productos que han desarrollado van directo al impacto de sustentabilidad que la bioeconomía del siglo XXI requiere. Desarrollan colorantes naturales producidos por hongos modificados biotecnológicamente mediante CRISPR, la tecnología más avanzada de edición genómica y logran que estos sobre expresen la producción de moléculas colorantes.
Luego los hongos son fermentados en biorreactores fácilmente escalables.
Ya han logrado producir pigmentos para colores y han conseguido que gigantes de la alimentación como Danone, Paladini y Elea muestren gran interés en sus productos.
Además de salir del paradigma químico del petróleo los colorantes desarrollados por Michroma tienen mucho menor costo, mayor efecto colorante y menor efecto contaminante. Oro en polvo en una industria de la alimentación que está normalizando la prohibición de los colorantes artificiales en todo el mundo.
Por último, en el mismo edificio de UCA se encuentra Nat4Bio, dónde utilizan microorganismos seleccionados para desarrollar recubrimientos comestibles que se aplican en la superficie de la fruta fresca. Estos recubrimientos son transparentes, inodoros e insípidos, y regulan el intercambio de gases entre la fruta y el ambiente, retrasando el proceso de maduración y protegiéndolos contra los patógenos.
Nat4Bio pretende impactar sobre un problema apremiante: el desperdicio de alimentos. Un tercio de los alimentos producidos nunca se consume y esto es peor para las frutas y verduras, donde casi la mitad se desperdicia.
Son las 17 hs y a la vista de todo el mundo, sobre la calle de atrás de la UCA un chico en moto intenta robarle la batería a un auto estacionado, pero suena la alarma y sale a toda la velocidad que la motito le permite doblando por Crespo hacia Pellegrini.
Miguel, que vio todo el incidente desde su oficina al lado de los laboratorios, lo comenta con los chicos de Michroma y Nat4Bio cuando se cruzan en la máquina del café.
Puerto Norte
Rosario amaneció impactada por la noticia: secuestran 1658 kg de cocaína en un galpón de Av. Génova en Bo Los Pumitas. La mayor cantidad que se recuerde en Rosario.
Federico escucha la noticia en la radio mientras va camino a Puerto Norte, un moderno complejo de eventos empresariales, donde dará una presentación del Fondo de Capital Venture que gerencia.
El Fondo se llama Gridx y recorre universidades y laboratorios, buscando personas e ideas sobresalientes que seleccionan intentando transformar ciencia en startups. Forman equipos de científicos con emprendedores talentosos y los ayudan en la creación de nuevas empresas de biotecnología de nueva generación. Si sucede la magia, invierten aproximadamente USD 200K para lanzarlos al mundo.
Uno de sus proyectos acelerados entre otros 40 ya en marcha es el caso de Nat4Bio que detallamos anteriormente.
En la presentación, Federico no está solo, lo acompaña la gente de Glocal, una empresa de Rosario, el primer fondo de Venture Capital del mundo, enfocado en AgriFoodTech, en lograr la certificación que acredita su Triple Impacto (Empresa B).
La certificación como Empresa B garantiza que todas las acciones, proyectos e inversiones de GLOCAL cumplan con los más altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial sin sacrificar rentabilidad.
Un poco más tarde, la radio tiene otra noticia impactante, como parte de una investigación en marcha cae un cabecilla de una banda de sicarios con un método de reclutamiento brutal: busca chicos que juegan al fútbol en los barrios, y los tientan en convertirse en “soldaditos” ofreciéndoles botines, ropa deportiva y hasta la promesa de una prueba en algún club.
Parque Industrial de Alvear
Este tipo de realidades convive con el desafío que tienen que afrontar los funcionarios en el territorio. Carlos Piguin es Presidente Comunal en Alvear y una de las carencias prioritarias que resalta es la falta de motivación de los jóvenes para insertarse en la relativa buena demanda de trabajo que existe es su distrito. Justamente allí mismo, en Alvear, sobre la autopista a Buenos Aires, se encuentra un nuevo prodigio milagroso de la bioeconomía rosarina.
De capitales nacionales y con una relativa corta historia de 15 años la empresa Terragene exporta el 95 % de su producción a todo el mundo. Produce insumos de sanidad y desinfección hospitalaria y quirúrgica con procesos de desarrollo biotecnológico desde una planta modelo que incluye todos los insumos en integración vertical, incluidos los envases y el packaging.
El éxito de Terragene generó su propio spin off. El dominio de la plataforma biotecnológica abrió el camino para la investigación y desarrollo de fitoterápicos biológicos (bioestimulantes, fitovacunas, biofungicidas, bioinsecticidas, bionematicidas) que terminaron de transformarse en Protergiun.
Con una nueva planta pegada a la anterior, en el mismo parque industrial y ya en proceso de producción, Protergium basa sus procesos ambientalmente amigables tomando ventaja de los mecanismos naturales de las plantas y aprovechando la biodiversidad de la flora y fauna del suelo.
Puerto Timbúes
Un poco al norte de Rosario, así como algún funcionario público inaugura un cordón cuneta o una canilla de agua potable, la Asociación de Cooperativas Agropecuarias (ACA) inaugura nada más y nada menos que un nuevo puerto sobre el Paraná, en Timbúes, una de las instalaciones más avanzadas y grandes del país.
El puerto inaugurado es uno de los mayores emprendimientos e inversiones encarados en los últimos tiempos por el grupo cooperativo, el mayor operador de granos del mercado argentino, de capitales nacionales que factura aproximadamente u$s 10000 mill al año. El nuevo puerto cuenta con una capacidad de almacenaje de 200.000 toneladas, una capacidad de embarque de 3.200 toneladas/hora, 5.000 metros de cintas transportadoras y playa de estacionamiento previa para 1.000 camiones.
Ultimo tren al progreso
Así termina una recorrida en una semana común y corriente en Rosario. Con todos los contrastes posibles, cielo e infierno a unos metros de distancia.
La inauguración del puerto de ACA, los emprendedores, la gente común sobreviviendo día a día, la acción de Biox subiendo 12%, once asesinatos en una semana….todo junto.
Está claro que la Argentina está en un pantano económico hace décadas. La estructura productiva basada en los fundamentos que sostuvieron el paradigma de la sustitución de importaciones que se priorizó en las políticas instrumentadas desde antes de la mitad del siglo XX agoniza, y convulsiona en la vida cotidiana de Rosario y de todo el país.
Pero el desarrollo científico tecnológico de las ciencias biológicas abre un camino revolucionario en el desarrollo de tecnologías proveedoras de bienes y servicios de reemplazo del paradigma industrial con mayor sustentabilidad, calidad y menores costos.
¿Esta extraordinaria revolución biotecnológica “le volverá a dar cuerda” al reloj del desarrollo económico argentino?
La constitución de la biología como bien de capital, la presión comunitaria y política sobre la necesidad del cuidado ambiental, la necesidad de dejar atrás el uso de recursos energéticos fósiles debido a su impacto en el cambio climático son vectores que pueden impulsar esa nueva lógica de aquí en más.
La bioeconomía puede ser una puerta al futuro, último tren al progreso para Argentina.