PROBLEMÁTICA DE LOS INCENDIOS FORESTALES EN ARGENTINA
Ante los graves incendios ocurridos en bosques y pastizales en distintas regiones del país, en especial la Mesopotamia, la Comisión Forestal del CPIA consideró importante desarrollar el tema y organizar un seminario que brinde a los profesionales abordajes en las áreas de prevención, capacitación, detección temprana y gestión del fuego, dentro de un contexto ambiental influido por el cambio climático.
Al abordar este tema definamos ante todo un marco o contexto general
> El 75% del territorio continental de nuestro país está definido como árido o semiárido. Es decir, tiene menos de 800 mm de precipitaciones anuales.
> Más de un 95% de su población es urbana, es decir vive en grandes, medianas o pequeñas ciudades, una de las tasas más altas del mundo.
> Argentina adoptó el sistema federal, ubicándose en el grupo que reúne a menos del 20% de los países del mundo. Más del 80% de los países son unitarios.
> Esto se traduce en 25 constituciones distintas y 25 poderes ejecutivos. También surge de esta configuración que cada una de ellas es propietaria de sus recursos naturales, entre ellos los bosques (desde la reforma constitucional de 1994). Como dato curioso, el 30% de nuestras provincias tiene menos de 70 años.
> Argentina cuenta con más de 45 millones de hectáreas de montes nativos y 1,3 millones de bosques implantados; es decir 46,5 millones de hectáreas. Esta superficie correspondería a más de 2000 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires, 14 veces la superficie de la provincia de Misiones y aproximadamente la suma de la superficie de las provincias de Corrientes, Entre Ríos, San Luis, Formosa y Jujuy.
Como contexto de coyuntura, es decir, no estructural, como lo señalado hasta aquí, la situación actual está dada por:
> La problemática del cambio climático, aun siendo conscientes de que muchos no lo crean.
> La bajante del Paraná, la mayor de los últimos 50 años.
> El gran crecimiento que experimenta la producción agrícola de nuestro país. Desde la soja hasta el maní o la yerba mate o los limones, mucho se explica por la mayor eficiencia y también por los avances en tecnologías genética que generan semillas más adaptadas a sitios con menor aptitud natural.
> La actividad ganadera, también en un momento de gran demanda internacional y en parte desplazada por el avance y expansión de la frontera agrícola busca nuevas alternativas, desde bosques hasta islas; que si bien siempre existieron, hoy están en un momento de gran crecimiento.
Con este contexto o marco de referencia, tanto estructural como coyuntural, llegamos a los incendios en sí mismos. Toda la bibliografía coincide en que la abrumadora mayoría de estos siniestros son provocados, o no son naturales o bien ¨no es auto combustión¨. De alguna manera, por voluntad o descuido, con intención o por error, hay una causal antropogénica.
Esto es así en todo el mundo, desde América del Norte, del Sur, Europa, África u Oceanía.
Hay dos grandes temas frente a esta problemática:
1- La prevención, es decir evitar generar las posibilidades que se produzcan
2- La lucha o combate cuando se ha producido.
La prevención
Aunque no nos guste reconocerlo, la realidad es que, salvo excepciones, no tenemos conciencia de lo forestal, no somos un pueblo que de alguna manera asocie su historia y su identidad con los bosques. Esto se traduce en un cierto alejamiento o despreocupación por los mismos, no hay bosques comunales o cercanos a las grandes ciudades (salvo raras excepciones), no hay tradición educativa o bien de una manera más prosaica, no tenemos tradición de construcción en madera. Hasta hace pocos años, en los avisos inmobiliarios de compra/venta de lotes, se promocionaba la eliminación del bosque como una ¨mejora¨.
El crecimiento inmobiliario en zonas boscosas -sobre todo en el sur de nuestro país-, es impulsada en muchos casos por extranjeros, tales como alemanes, suizos y austriacos que son, casualmente, pueblos con historia arraigada en los bosques.
Esta es la situación de la que partimos. La prevención, al contrario del combate o la lucha, es una tarea de todos los días. Pensemos en cuántas publicidades vemos en los medios de comunicación sobre los bosques o puntualmente los incendios forestales. ¿Cuántos programas de la educación primaria o secundaria contemplan los bosques, su importancia y su cuidado?
Observando una imagen satelital de la NASA, de su sistema FIRMS (Fire Information for Resource Management System), tomada el pasado mes de diciembre, se observa una enorme cantidad de focos de incendio en nuestra Mesopotamia, NEA en general, Paraguay y sur de Brasil. Muy pocos o casi nulos en Uruguay. ¿A qué se debe esto? ¿Tiene otro clima? ¿Tiene pocos bosques? ¿Tiene pocos pastizales? NO, ¡lo que sí tiene es Educación y Concientización!
¿Cuántas empresas forestales tienen programas de capacitación para evitar prácticas peligrosas? ¿Cuántas condenas judiciales efectivas conocemos de individuos que generaron incendio? En general Ninguna.
¿Qué esfuerzo hacen los estados (nacional y las 24 gobernaciones) para fomentar la creación de agrupaciones de propietarios de bosques en formas asociativas o cooperativas que mantengan estructuras de vigilancia y control? Los Consorcios existentes son eficientes, pero, creemos, insuficientes.
Lo que debemos hacer es lo contrario a lo señalado previamente. Hay que hacer publicidad, hay que crear programas educativos en nivel primario y secundario y, sobre todo, en provincias con bosques, por mínimos que sean. Como dato anecdótico y demostrativo, un antiguo cartel de la provincia de Misiones decía: ¡Cuando se inicia un incendio forestal no suena una alarma… sonamos todos!” Es así como se genera conciencia en la población.
La prevención se realiza siempre a largo plazo, es permanente y debe empezar con las generaciones más jóvenes. Obviamente es cara y requiere de recursos. Hay que retomar algo de todo esto, que tímidamente ya se hizo en algún momento. Debemos incrementar lo bueno y escaso que se hizo y por qué no copiar lo que hacen otros países.
La prevención tiene todavía una faceta más que deberíamos explorar, el control en el territorio. Nuestros bosques tienen pocos habitantes permanentes, pero por pocos que sean, hay algunos.
A partir de ese hecho, habría que relevarlos o censarlos e intentar transformarlos en guardias de prevención, obviamente rentados y con elementos tecnológicos que les permitan comunicar incidentes que puedan convertirse en siniestros.
Adicionalmente existen una gran cantidad de organismos públicos, tanto nacionales como provinciales, que monitorean el territorio ¨on line¨ y que, simultáneamente a su activad específica (clima, seguridad, etc.), corran programas de detección temprana de focos.
Es muy importante la disponibilidad de recursos humanos idóneos. Estos son escasos y más aún en lo que respecta a personal capacitado. Al tratarse de un problema 'estacional' y no permanente, cuesta convencer a los funcionarios de la necesidad de crear un sistema estable, consolidado, con continuidad en el tiempo, con personal permanente y bien capacitado; como es el caso de Parques Nacionales.
Estos tienen guardaparques permanentes, capacitados y que viven en el medio a preservar.
Es tal vez interesante coordinar acciones con las fuerzas armadas y de seguridad. Especialmente para disponer de su infraestructura, equipamiento y vehículos. Sólo que hay que tener cuidado con los recursos humanos, ya que para el 'trabajo de campo' se debe estar capacitado. Respecto a la disponibilidad de medios y elementos, estos nunca son suficientes. Solo basta ver lo que ocurre en países desarrollados en los que igualmente sufren pérdidas totales.
En cuanto a medios aéreos, en la Argentina estamos lejos de tener un sistema razonable. Los intereses en juego impiden tener una organización de medios aéreos lógica. En Patagonia, por ejemplo, los helicópteros cumplen una función esencial, tal vez más que los aviones hidrantes. Chile contrata cerca de 30 ó 40 helicópteros por temporada. Argentina recién en los últimos años comenzó a contratar 4 ó 5 helicópteros para la temporada.
Los que se suman de las Fuerzas Armadas son pocos, cada vez menos, y carecen de mantenimiento; están sujetos a horarios limitados y con pilotos no especializados para operar en incendios de bosques. Se podría considerar la ampliación de importantes recursos para determinadas épocas del año de medios aéreos extraordinarios tales como adaptación de aviones de transporte, como aviones Hércules (proyecto que existió en alguna oportunidad). Claro que los pilotos de estos aviones deben estar capacitados específicamente en incendios forestales.
Con la experiencia de nuestro estado muchas veces deficiente, creemos que desarrollar una estructura de medios aéreos estatales sería más oneroso que contratar a terceros. En pocos años, los medios aéreos, que son muy costosos y requieren mantenimiento permanente, seguramente quedarían fuera de servicio. Para evitar eso, existen en el mundo compañías especializadas que hacen temporada en Europa, luego en América y que se podrían contratar.
Pero debe existir, sobre todo, continuidad de políticas de prevención y presupresión. Estimamos que la prevención ha sido insuficiente en los últimos años. El panorama con la realidad del cambio climático se tornará cada vez más compleja.
Lucha y/o combate
Una característica de la lucha o combate es que solo se usa cuando el incendio ya está en marcha, con lo cual resulta una estructura numerosa y compleja no solo en personas sino en equipamiento. Por lo tanto, gran parte del año queda ociosa, lo que en el mundo de hoy es difícil de justificar.
La solución podría ser entonces coordinar personas y equipos que generalmente están dispersos y afectados a otras actividades. Salvo un pequeño grupo profesional y capacitado, su especialidad debería ser la planificación y coordinación operativa.
Desde el inicio convengamos que el lugar de asentamiento de ese grupo no es, ni debe ser la ciudad de Buenos Aires. Imaginemos dos grandes centros, sin dudas uno en Córdoba o Santiago del Estero y otro en alguna localidad de nuestro sur (Esquel o similar) y quizás agregar el Delta del Paraná. Actualmente esos sitios son epicentros de incendios forestales.
El Plan Nacional de Manejo del fuego depende del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el más nuevo de los ministerios y con poca, muy poca presencia en los territorios provinciales, al contrario del INTA o el propio Ministerio de Agricultura. Entre Corrientes y Resistencia, separados o unidos por un puente hay dos INTAS, dos ANSES, dos delegaciones del Ministerio de Salud varios Banco Nación y así sucesivamente.
La lectura obligada es que Ambiente no quiere o no puede estar presente en la mayor parte de las provincias. El Ejército Argentino, desde la abolición del servicio militar obligatorio, cuenta con integrantes que son en su totalidad profesionales.
Su actividad principal es la defensa, aunque en muchas oportunidades se ha destacado también en la colaboración y el auxilio en situaciones de grandes inundaciones y terremotos. Además, en los últimos tiempos resultó clave en la logística y coordinación de la lucha contra la pandemia de COVID-19.
Es una institución que tiene historia y formación permanente en dos ítems claves de la lucha contra los incendios forestales. Logistica y Coordinación está repartida a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio y tiene dos atributos muy deseables, la cercanía a otras fuerzas de seguridad (todos pensamos en la Fuerza Área) para coordinar tareas, equipos y por su formación académica.
Obviamente hay que trabajar en capacitaciones, en integrar el PNMF, su parte técnica de detección temprana, etc. Y además la parte presupuestaria (aviones, vehículos, elementos de lucha desde topadoras hasta palas).
Esta decisión debe ser definitiva a largo plazo, no se puede cambiar cada dos años y de nuevo, presupuesto y capacitación. La ley nacional N 13273 tiene un capítulo sobre incendios forestales, claro y preciso, pero ¿está vigente esta ley? ¿se derogó? ¿se volvió obsoleta por falta de uso? De cualquier forma, y simplemente con la decisión política firmemente tomada, sería suficiente con aprobar una ley que autorice el uso de las FFAA en caso de riesgos y peligros de pérdidas humanas y patrimoniales debido a los incendios forestales.